martes, 15 de octubre de 2013

Con el corazón en la mano

Aquí estoy, llorando como una tonta al pensar que esto se termina, que solo queda un mes. Me pongo a pensar en mí, en lo que ha supuesto este cambio para mí y la verdad es que reconozco que no soy la misma, que algo he cambiado y para bien. Desde el principio intenté salir de mi burbuja y explorar el mundo. Un mundo alegre, más de lo que podía imaginar, teniendo en cuenta a lo que estaba acostumbrada. Con dificultades, como todo, pero luego te das cuenta de que sirven para aprender y mucho. No me costó encontrar gente ni entablar conversaciones, que siempre ha sido mi asignatura pendiente. Por el contrario, sí me costó saber quién merecía la pena y quien interpretaba un papel, pero al final todo se sabe y lo que piensas que pierdes no lo pierdes tú, en realidad lo pierden ellos.

A día de hoy sigo sintiendo esa espina clavada por no haber podido conocer a ciertas personas que para mí son admirables. Lo poquito que pude compartir lo guardo como un tesoro y es que bien dicen que las grandes fragancias vienen en frascos pequeños. Yo me quedo con esa esencia de la que tuve oportunidad de disfrutar. Me hicisteis sonreír cuando más lo necesitaba y me enseñasteis, sin saberlo, a abrir los ojos. Sin embargo, aunque me aportarais cosas buenas, no puedo dejar de pensar en que es una verdadera lástima que nuestros caminos se hayan separado y en lo que os echo en falta. Ojalá supiera quedarme con lo positivo y no mirar tanto lo negativo, pero así soy. Lo noto ahora que miro a mi alrededor y no os encuentro. Puede que vosotras a mí no me echéis de menos, puede que ni siquiera leáis esto, pero me equivoqué al dar un paso hacia atrás y reaccionar tarde. La culpa no es vuestra, es mía por no creer en mí.

Y a las que estáis, quiero aprovechar este mes como el último que es, quiero enmendar los errores del pasado y no dejar pasar nada, ni un paso más atrás. Nunca es tarde para empezar, así que...comencemos y terminemos por la puerta grande.