lunes, 31 de agosto de 2015

Solidaridad

Hoy es el Día Internacional de la Solidaridad. Para algunos, una palabra difícil de pronunciar, pero con un significado sencillo y muy importante en la vida de las personas, tanto que todos deberíamos tener presente a lo largo de cada día.

Pero, ¿qué es la solidaridad? Ésta es la definición que da la RAE: "Adhesión circunstancial a la causa del otro". Si bien es cierto, por más veces que se lea no llega a quedar muy claro el concepto. La solidaridad es mucho más que lo que expresa esa definición, por ello aquí va una definición propia en forma de acróstico, siguiendo cada una de las letras que componen dicha palabra. De este modo, será más fácil y más completa su comprensión y, a su vez, me servirá para hacer un pequeño homenaje a quienes conservan este valor y, además, sus vidas están ligadas a él. Quien me conoce sabe lo importante que es para mí la educación en valores, por eso, dejaré una huella en éste, mi espacio, manifestando lo que es para mí la solidaridad.

Sentir empatía, ponerse en el lugar del otro y pensar en él. No ser egoístas ni creernos el centro del universo o mejores que otros por una razón en concreto. Todos tenemos algo bueno que aportar a la sociedad.

Olvidar aquello que nos separa. No hay que buscar motivos para alejarnos, para huir de lo extraño, lo diferente. Al revés, hay que pensar en lo que nos une, no perdemos nada al darnos la oportunidad de conocer al otro. Podemos ganar y enriquecernos con aspectos de su personalidad, momentos o detalles significativos.

Lograr aprovechar el tiempo, hacer de cada momento una oportunidad esencial para crecer como persona, gracias a lo que nos pueden aportar los demás: pensamientos, actitudes, formas de ser, etc. Además, gracias al continuo contacto, se pueden fortalecer las relaciones llegando, por qué no, a entablar una amistad.

Inyectar energía, alegría, buen humor, pensamientos positivos... Si cambiamos la naturaleza o ambiente negativo de los demás, habremos conseguido dar un gran paso. Será una luz que les dé fuerza y les sirva como impulso a aquellos que más lo necesitan.

Decidir siempre con voluntad, sentido común y crítico. Mantener firme nuestra decisión de querer actuar, de regalar nuestro tiempo, de dedicarnos al otro y ofrecer nuestra persona.

Ayudar a quien lo necesita de verdad, sin esperar nada a cambio. Evitar hacerlo por interés o por el qué dirán. Tiene que salir de ti, eso es lo valioso y lo que hace bonito el momento, que sea sincero, sólo así tendrá un sentido auténtico. Hay que dejar a un lado los estereotipos, actuar con libertad y romper, así, las barreras que nos puedan separar.

Repartir lo que se tiene con el que no es tan afortunado y carece de ello. Es muy sencillo alegrar el día o hacer felices a los otros. Con poco se puede hacer mucho, solo tenemos que proponérnoslo y hacerlo. Si compartimos lo nuestro, nuestra felicidad y la del otro se multiplicarán, por lo cual, todos saldremos ganando. 

Intentar facilitar la vida a los demás. No es complicado, como bien venimos diciendo, desde lo más sencillo se puede hacer, basta con pequeños detalles. No nos podemos limitar a lo material, también existen bienes que no lo son como los valores que conforman nuestra personalidad y que sirven para realizar grandes cambios.

Dar de corazón, simplemente porque te sale hacerlo, sin obligación. La solidaridad no tiene nada que ver con el deber, sino que es algo que nace desde nuestro interior, es el deseo de querer colaborar en la mejora de una situación adversa que muchas veces no es justa y nos negamos a quedarnos quietos observando cómo la vida pasa y nada cambia.

Aceptar la realidad en la que nos encontramos inmersos, podemos tratar de cambiar algunas situaciones, buscar soluciones a problemas notorios, pero no podemos pretender modificar todo y crear un mundo a nuestro antojo. Hay que dar pie a la diversidad, aprender de los demás porque ellos también tienen algo que aportarnos o enseñarnos a nosotros. No podemos ni debemos cortar de raíz esa esencia, tiene que perdurar esa marca de identidad.

Demostrar con hechos lo que profesamos. No basta con pensar o desear con todas nuestras fuerzas, así no llega la ayuda, las palabras se las lleva el viento. Hay que actuar porque solo de esta manera confirmaremos y demostraremos del todo nuestros propósitos.

"Las grandes oportunidades para ayudar a los demás rara vez vienen,
pero las pequeñas nos rodean todos los días."

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.